Autores:

Carlos Giraldo – Director de Estudios Económicos del FLAR.
Carlos Álvarez – Director de Riesgos del FLAR.

Al tiempo que el mundo y la región continúan experimentando los efectos de la pandemia y persiste la incertidumbre sobre su contención, América Latina y el Caribe requieren una red de seguridad financiera robusta que apoye su recuperación sostenida en los próximos años. Para esto es valioso contar con un FLAR de alcance regional como complemento de la acción global del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de los otros componentes de la red de seguridad financiera global, especialmente de las reservas internacionales de los bancos centrales. En esta dirección apunta el nuevo mecanismo de membresía aprobado por la Asamblea del FLAR, por recomendación del Directorio, el cual permite una incorporación ágil de los bancos centrales de la región al organismo.

La recuperación económica está en marcha, las cifras de contagios y muertes han bajado en la mayor parte de la región y ha habido relativa tranquilidad en los mercados cambiarios y financieros. No obstante, los riesgos de inestabilidad macroeconómica y financiera persisten. Si uno o parte de estos riesgos se materializan, se puede generar un retroceso en la recuperación con mayores costos sociales y económicos a los ya ocasionados. Entre los riesgos no solo se encuentra que la pandemia tome excesivo tiempo en ser controlada, sino también que se presenten nuevos episodios de volatilidad en los flujos de capitales con efectos directos e indirectos para el vecindario latinoamericano. Uno de estos episodios podría provenir de un cambio sorpresivo en las condiciones de financiamiento internacional asociado, por ejemplo, al cambio de la política monetaria de la Reserva Federal. También podría venir de una eventual pérdida de confianza de los inversionistas internacionales ante el retraso de reformas estructurales en algunos países, o incluso de eventuales efectos en caso de una crisis económica en China.  

En octubre de 2019, el informe del grupo de trabajo sobre estabilidad financiera regional recomendó sobre la necesidad, conveniencia y urgencia de construir un acuerdo financiero fuerte de alcance regional, sobre la base del actual FLAR, un organismo que ya incorpora a ocho países de la región (Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela). Los efectos de la pandemia han hecho que esta recomendación tome más fuerza en la actualidad. 

El choque del COVID-19 golpeó a América Latina y el Caribe en un momento de por sí ya vulnerable tras cinco años de bajo crecimiento económico. A pesar de la heterogeneidad de las condiciones previas, los países de la región compartían un alto grado de informalidad y redes de seguridad social débiles, mientras que varios presentaban niveles relativamente altos de deuda pública y déficits fiscales, niveles inadecuados de reservas internacionales, así como una limitada capacidad de respuesta contracíclica. 

Durante la pandemia, América Latina y el Caribe fue la región emergente y en desarrollo con el peor desempeño económico (Gráfico 1), al tiempo que varios de sus indicadores se deterioraron. Por ejemplo, mientras la deuda pública promedio de las economías emergentes pasó a 64,0% en 2020, en América Latina ésta ascendió a 78,3% en igual año, según el FMI. Nuestra región no sólo está más vulnerable que otras regiones en el mundo, sino también que cuenta con una red de seguridad financiera con menores componentes para enfrentar episodios de crisis en sus cuentas externas (Gráfico 2). La red de seguridad financiera de América Latina y el Caribe está centrada en las reservas internacionales y el FMI, que son sus componente nacional y global, respectivamente. Aunque estos dos componentes de la red tienen sus ventajas, también cuentan con limitaciones que son compensadas con la existencia de otros componentes, especialmente de los acuerdos financieros regionales. 

Frente a los demás componentes de la red de seguridad, los acuerdos financieros regionales tienen la ventaja de poder actuar de forma más rápida con base en un mayor conocimiento de la región y de sus países miembros, al tiempo que no cuentan con el estigma que el FMI tiene en algunos países de la región. Sin embargo, la actual cobertura del FLAR en la región limita su capacidad de acción en comparación con otros acuerdos regionales como el Mecanismo de Estabilidad Europeo (ESM, por sus siglas en inglés) y la Iniciativa de Multilateralización Chiang Mai (CMIM, por sus siglas en inglés) (Gráfico 3). Por tal motivo, una mayor membresía del FLAR potenciaría sus beneficios en favor de la estabilidad macroeconómica y financiera de la región.

Desde su creación y hasta hace poco, el proceso para incorporar países miembros al FLAR era solo uno. Pensando en la necesidad de crear un mecanismo de vinculación complementario, la Asamblea del FLAR, por recomendación del Directorio, aprobó en julio pasado una modalidad de membresía, por medio de la cual los bancos centrales de la región pueden vincularse directamente al FLAR con aportes al patrimonio de la institución.

El nuevo mecanismo de membresía del FLAR es un paso para el fortalecimiento de la red de seguridad financiera de América Latina y el Caribe. En línea con la recomendación del informe del grupo de trabajo sobre estabilidad financiera regional, un FLAR fortalecido podría contribuir de manera más efectiva y eficiente a robustecer la estabilidad macroeconómica y financiera de esta parte del mundo.

[*] Las opiniones y puntos de vista expresados son solo responsabilidad de los autores, y no del FLAR ni de sus órganos administrativos

Referencias

FLAR. (27 de mayo de 2021). Informe del grupo de trabajo sobre estabilidad financiera regional (2019). Hacia un FLAR de alcance regional. Octubre.

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