Autores*:

Christian Alcarraz, FLAR, Bogotá, Colombia. – calcarraz@flar.net
Camilo Contreras , FLAR, Bogotá, Colombia. – ccontreras@flar.net
Carlos Giraldo, FLAR, Bogotá, Colombia. – cgiraldo@flar.net
Andrea Villarreal, FLAR, Bogotá, Colombia. – avillarreal@flar.net 

* Las opiniones y visiones son responsabilidad de los autores. No corresponden o necesariamente reflejan la opinión del FLAR ni de sus órganos administrativos.

América Latina1 transita una fase de crecimiento moderado y desinflación gradual, aunque heterogénea entre países, en medio de un nuevo ciclo global definido por cinco factores clave: el inicio de los recortes de tasas por parte de la Reserva Federal (Fed); la desaceleración económica de las principales economías desarrolladas; la mayor diversificación de portafolios hacia economías emergentes; la moderación en los precios de la mayoría de las materias primas; y un proceso de desinflación que coexiste con crecientes tensiones geopolíticas.

En este contexto, la región ha recibido flujos de capital de portafolio favorecidos por la diversificación hacia economías emergentes y en desarrollo, lo que junto con atractivos diferenciales de tasas en países como Brasil, Colombia y México y una menor volatilidad cambiaria, han impulsado el ingreso de capital hacia instrumentos de deuda. No obstante, los altos niveles de endeudamiento y déficits fiscales persistentes continúan siendo una fuente de vulnerabilidad en diversos países, y los deja expuestos ante eventuales reversiones de flujos de capitales.

Desaceleración global, cuenta corriente y flujos de capital hacia la región

La desaceleración de la economía global se ha traducido en un descenso de la mayoría de los precios de las materias primas relevantes para América Latina (Gráfico 1). El petróleo se ha visto afectado por las previsiones de mayor oferta de la OPEP+, mientras que el cobre repuntó impulsado por las expectativas de un posible arancel, aunque luego retrocedió tras quedar excluido de la medida.  

Sin embargo, los términos de intercambio de América Latina registraron un comportamiento mixto. El aumento del precio del cobre favoreció a economías como Chile y Perú, mientras que Colombia y Ecuador se vieron afectados por la caída del precio del petróleo.

El déficit de la cuenta corriente de la región pasó de 1,2% del PIB a 1,9% en lo corrido del año, a pesar de que las remesas hacia la región continuaron aumentando. Esto se explica por un menor superávit comercial y déficits más amplios en las balanzas de servicios e ingreso primario (Gráfico 2). Hasta el momento, los efectos de los aranceles no muestran efectos significativos en las estadísticas externas.

Por su parte, los flujos de portafolio hacia América Latina se han intensificado: entre junio y agosto aumentaron en USD 9.000 millones, y en lo que va del año acumulan USD 44.000 millones, de los cuales más del 60% corresponde a instrumentos de deuda (Gráfico 3). Este dinamismo responde a factores globales y domésticos. A nivel global, el contexto político y económico de Estados Unidos ha debilitado la percepción del dólar como activo refugio, favoreciendo la apreciación de las monedas de emergentes y de la región (Gráfico 4). La desvalorización2 de la deuda estadounidense por el deterioro fiscal y el repunte inflacionario redujo los rendimientos reales, impulsando la diversificación de portafolios hacia economías emergentes, incluida América Latina. En el ámbito doméstico, las tasas de rendimiento en Brasil, México y Colombia se mantienen en niveles superiores a las de Estados Unidos. Este diferencial, medido por el indicador Carry Trade to FX Vol3, que relaciona las tasas a dos años con la volatilidad cambiaria, muestra un mayor retorno ajustado por riesgo (Gráfico 5), fortaleciendo el atractivo de estas economías. En Perú y Chile, el indicador ha disminuido, en línea con la reducción de las tasas de política monetaria. 

Desaceleración de la actividad y moderación de la inflación

Por el lado de la actividad, el crecimiento anual del PIB de la región se redujo en el segundo trimestre, pasando de 2,2% a 2%. Esta desaceleración obedeció principalmente a un menor dinamismo de la inversión y a la reducción de las exportaciones netas, mientras que el aporte del consumo privado al crecimiento aumentó de 1,1 a 1,2 puntos del PIB (Gráfico 6). En ciertos países, como Brasil, las elevadas tasas de interés incidieron en el comportamiento de la demanda agregada interna. 

La inflación continuó descendiendo en la mayoría de las economías de la región, con excepción de Bolivia, Colombia y Paraguay, donde el aumento en los precios de los alimentos ha sostenido las presiones inflacionarias. En contraste, en Costa Rica la inflación se mantuvo en terreno negativo por la moderación de la demanda interna y menores precios de alimentos y energía.

Con el fin de analizar con mayor precisión la dinámica de precios, se estimó una nueva medida denominada inflación instantánea (Ver Nota Técnica 2). A diferencia de la inflación interanual, que asigna igual peso a las variaciones mensuales de los últimos doce meses, la inflación instantánea pondera con mayor intensidad las observaciones más recientes, lo que la convierte en un indicador de alta frecuencia útil para anticipar cambios de corto plazo en la trayectoria de la inflación.

A nivel agregado, la inflación instantánea de la región descendió, ubicándose por debajo de la inflación general en agosto, lo que sugiere que esta tendencia podría continuar en los próximos meses (Gráfico 7). No obstante, se identifican cuatro economías: Bolivia, Colombia, Paraguay y Costa Rica, que presentan señales diferenciadas, ya sea de aceleración o de desinflación4. En Bolivia, la inflación instantánea se ha mantenido por encima de la inflación anual observada, en un contexto de presiones cambiarias y restricciones de oferta. En Colombia y Paraguay, la inflación anual observada y la instantánea convergen, lo que sugiere que las presiones recientes serían transitorias. En Costa Rica, la inflación instantánea se mantiene en terreno negativo y por debajo de la general, lo que indicaría que la deflación podría extenderse (Gráfico 8).  

En materia fiscal, la deuda pública en América Latina ha mantenido su trayectoria ascendente, alcanzando en promedio 62,4% del PIB al segundo trimestre de 2025. Aunque algunos países han logrado reducir su déficit, estos niveles siguen siendo insuficientes para estabilizar la deuda (Gráfico 9). El mayor pago de intereses5 ha ampliado los desequilibrios fiscales y limitado el espacio de política, lo que incrementa la vulnerabilidad de las economías más endeudadas. 

Perspectivas y riesgos de corto plazo

En lo que resta de 2025 y durante 2026, América Latina enfrentaría un entorno global y doméstico marcado por un crecimiento moderado, menores precios de la mayoría de las materias primas y un menor impulso del comercio internacional. Aunque la Fed ha iniciado recortes de tasas, la política monetaria seguiría estando en terreno restrictivo.

Para la región, se prevé que el crecimiento se mantenga en torno al 2% en 2025 y 2026, con una demanda interna frágil y condiciones financieras que, en términos reales, permanecerían restrictivas para varias economías. En el frente fiscal, la deuda pública continuaría en niveles elevados y los déficits seguirían siendo insuficientes para estabilizarla en diversas economías, lo que reduciría el margen de maniobra ante nuevos choques. 

Hacia adelante, los principales riesgos de corto plazo para la región provienen de la incertidumbre electoral en países como Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Perú, lo que que podría afectar el dinamismo económico; de un mayor gasto público que comprometa la sostenibilidad fiscal y eleve los niveles de endeudamiento en un contexto de múltiples ciclos electorales; de una posible ralentización o reversión de los flujos de capital, ya sea por un cambio en el apetito de los inversionistas hacia las economías emergentes o por un proceso de reducción de tasas de la Fed más gradual de lo previsto; y de un escalamiento de las tensiones geopolíticas y comerciales, con potenciales efectos sobre los precios de las materias primas, las remesas y el comercio internacional.

1 La región se refiere al subconjunto de países conformado por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Paraguay, Perú y Uruguay.

2 Este deterioro se materializó en la rebaja de la calificación crediticia de Moody’s de Aaa a Aa1, lo que incrementó las primas soberanas. 

3 Este indicador se define como el cociente entre el diferencial de tasas de bonos a 2 años de cada país respecto a bonos soberanos de Estados Unidos para el mismo plazo y la volatilidad cambiaria doméstica, estimada a partir de un modelo de volatilidad estocástica (Véase https://blog.flar.com/america-latina-en-2024-estabilidad-macroeconomica-en-un-contexto-global-mixto-y-cambiante/)

4 El análisis histórico confirma el carácter adelantado de la inflación instantánea: durante el periodo pospandemia (2021-2022), en Colombia y Paraguay esta medida repuntó varios meses antes que la inflación general, anticipando el ciclo alcista. De forma similar, entre 2023 y 2024 captó la desaceleración de precios antes de que se reflejara en los indicadores tradicionales, evidenciando su utilidad como herramienta de monitoreo temprano de la dinámica inflacionaria en América Latina. 

5 Dada la relevancia del costo de financiamiento soberano y su impacto sobre la trayectoria fiscal, en una entrada anterior del FLARBlog analizamos la estructura de dicho costo para cinco economías de la región con información de su mercado de deuda pública a lo largo de la curva de rendimientos.
https://blog.flar.com/america-latina-estabilidad-macro-financiera-y-riesgos-latentes-en-un-contexto-global-incierto/

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